Había llegado la noche anterior, muy tarde. En el viaje conocí a una rubia brasileña que tenía el mismo billete de Round the world que yo. Me contó que acababa de separarse de su novio, con el que llevaba 5 meses viajando.
Llegaba el momento de salir del aeropuerto y afrontar la realidad. Era de noche, el país no es fácil ni conocido y había que buscarse la vida. Nunca sabes si las cosas vienen para bien o para mal; el caso es que tenía preparada una reserva en un hotel. Pero creo que me hubiera ido mejor si hubiera cogido al vuelo el guiño del destino, hubiera ignorado mi reserva y me hubiera ido con Adriana a buscar por la zona mochilera.
Me despedí de Adriana, nunca más volvería a verla.
Después de algunos incidentes con violaciones y asesinatos a turistas en taxis, en los aeropuertos de la India funciona un sistema de prepago de taxis en una oficina donde cogen los datos de transportista y transportado para mayor seguridad.
Esta mañana confirmé lo que anoche ya me quedó claro: Mi hotel da autentico asco. Y mira que habré visto hoteles. Y mira que no soy pejiguero. Pero esto es exagerado, hay roña de años en cualquier sitio que mires. Y un par de bichitos que quito de la cama. Da asco apoyarse en la pared. Da asco coger el ascensor (y miedo). Da asco acostarse. Da asco ducharse.
Salí a la calle a buscar algo que desayunarme. Al llegar anoche recuerdo que estaban repletas de gente durmiendo por las aceras, familias enteras así como perros, cabras, gallinas…
Los olores son tan fuertes que aturden. Por donde vayas llegan intensos olores, a menudo desconocidos para mí. Desagües, especias, frituras…
Mientras camino me piden limosna constantemente. Los niños, harapientos y sucios, me persiguen, en las aceras tienes que sortear pedigüeños enfermos, deformes o mutilados. Será lepra lo de aquella mujer?
En la tienda hay cientos de pastas extrañas, pasteles secos y muchas cosas más, pero yo solo me veo capaz de comprarme un paquete de magdalenas. Precintadito, industrial. Poco a poco.
...CONTINUARA...