Nadie se escapa del "Espejo social". Es ese despiadado cristal en el que nos vemos y nos ven, que nos juzga y nos condena a la aprobación o al desprecio. Los grupos sociales rechazan a quien no cumple con las normas, modas y costumbres al uso. Se etiqueta de "rarito" a quien no se casa, a quien no es hetero, al que se empareja con alguien de diferente edad o color, al nudista, al que liga mucho, al que liga poco, al de la camisa a cuadros y al que rompe cualquier norma.
El "Espejo social" es cruel, muchos ya lo sabemos. Y así consigue, por el miedo hacia su ira, que todos seamos más iguales, más estándard e intercambiables. Al menos en apariencia. Siempre está ávido de nuevas noticias y marujeos con los que alimentarse, con los que todos puedan sentirse miembros de un grupo dueño de la razón que ataca al diferente. Por eso hacemos nuestra coraza, nos refugiamos en los más íntimos, escondemos algunas cosillas y vestimos como se agrada.
Pero lo curioso del "Espejo social" es que forma siluetas clónicas y aburridas, lejanas a la admiración de nadie. Esa admiración, paradojas de la vida, solo la recibe quien es capaz de ignorar por completo las normas que no comparte, quien es capaz de ser él mismo independientemente de “qué dirán". El que hace lo que cree, sea buscar las indias por el oeste, abanderar la caravana gay, liarse con todas las chicas del pueblo o afirmar que el sol no gira en torno a la tierra.
Díme Alba, cómo te hiciste tu vegetariana. A los 16 y en un país en el que nadie lo es. Nadar contra corriente. Desde entonces, y ya van 11 años no ha probado animal.
A esa niña vegetariana la vida no le regaló nada. A los 17 su padre, con quién no se llevaba nada bien, ya le invitó a irse de casa. Y ella esperó hasta cumplir 18 para tomarle la palabra.
Así se fue con su maleta y muy poco dinero. Era su decisión.
Tras un breve tiempo en casas de amigos dejó su Lérida natal y decidió buscarse la vida en otro lugar. Zaragoza. Y allí se fue, con mucha ilusión y nada de ayudas.
Los primeros tiempos debieron ser duros, vivía justita, fuera currando de camarera, vendiendo pulseras, poniendo henna en mercaditos o lo que saliera.
En un mundo de pisos compartidos, porros y litronas hubiera sido muy fácil abandonar sus estudios de nutrición. Pero decidió que no y se las apañó para seguirlos. Y mientras se hizo un hueco como masajista.
Qué hace que una chica de ventipocos decida irse sola a la India cuando nadie más lo hace a su alrededor? Alba, que más bien estaba para ser ayudada, se fue por dos veces, quería ayudar a los niños necesitados y recolectó dinero entre sus amigos. Allí vivió con intensidad lo mejor y lo peor. Se puso muy enferma, fue secuestrada, pasó sus miserias, pero también hizo estupendos amigos, conoció lo impensable y aprendió lo que no se escribe. Volvió con el alma un tanto partida, las madres de muchos niños no querían curarlos, pues solo querían que trajeran buenas limosnas. Y así trajo el dinero de vuelta, que aún guarda con toda la honestidad, para otra ocasión mejor.
Qué busca esa chica decidiendo ir sola al Marruecos más profundo? Solo sé lo que encontró. Muchas aventuras, buenos amigos y un don. El del baile. La danza del vientre no escondía secretos para ella. Al poco contaba con otro recurso y pasión. Ya podía trabajar como bailarina y como profesora.
Naturista convencida evita todo lo químico y considera su cuerpo como algo natural. Fiel a su pensar no duda en aceptar un trabajo en un cabaret, como bailarina y con desnudos.
En un ambiente en el que todos los compañeros se pelean por tener más actuaciones para así ganar más dinero, Alba no deja de tener claro que trabaja para vivir. Sólo trabaja que lo necesario y cede constantemente sus horarios a los demás.
Así vive ella, sacándose justo lo que necesita con sus clases de danza del vientre, alguna actuación, algún masaje... y también poniendo henna y vendiendo pulseras en los mercadillos.
Y disfrutando de su tiempo libre, cada momento. Si llueve es genial que llueva. No hay ocasión que no tenga algo que merezca la pena. Hay miles de personas con las que quedar a tomar algo. Cualquier ocasión tiene su gracia. Y si procede un amante, pues sea. Sin prejuicios. Y si surge una locura, pues adelante! Solo se vive una vez. Solo hay que fiarse del instinto. Y del corazón.
Alba es muy transparente, y se hace muy fácil de conocer. No obstante con una duda me quedo. También tiene una zona oscura, como en el subconsciente. Algo que le persigue y le llena de melancolía. Qué será?
Todo un personaje, me ha encantado conocerla. Ni siquiera sabe sentarse en una silla como dios manda. Sólo a su manera. Y a su manera hacía el camino de Santiago cuando le conocí: en chaclas. Quizás algún día viajemos por países lejanos a su manera, en una furgoneta. Lo que está claro es que seguirá muy fiel a sí misma. Y con el timón bien agarrado en sus manos.
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